El sector energético está experimentando una revolución sin precedentes. Las nuevas tecnologías, la creciente conciencia ambiental y los desafíos de sostenibilidad están transformando radicalmente la forma en que producimos, distribuimos y consumimos energía.
En este artículo, analizaremos cómo estos cambios están poniendo énfasis en las habilidades necesarias que los profesionales deben desarrollar para enfrentar lo que podemos llamar una transformación sin precedentes.
Cambios en el sector energético
La concienciación sobre la importancia de la eficiencia energética y la conservación de los recursos es cada vez mayor. Esto ha llevado al desarrollo de tecnologías y prácticas destinadas a reducir el consumo de energía, tanto en el sector doméstico como en el industrial, y a promover el uso responsable de los recursos energéticos.
La lucha contra el cambio climático ha impulsado a las instituciones gubernamentales y a las empresas a comprometerse y contribuir activamente a la descarbonización. La reducción de las emisiones de carbono se ha convertido en una prioridad que está dando lugar a políticas e iniciativas para promover la adopción de energías limpias y limitar el uso de combustibles fósiles.
Las políticas energéticas están cambiando para reflejar el objetivo de transición a una economía baja en carbono. Las normativas gubernamentales y las directrices internacionales están influyendo en la forma de desarrollar y gestionar los recursos energéticos en todo el mundo.
Además, están surgiendo nuevos modelos de negocio en el sector energético: el autoconsumo, la energía compartida y el mercado energético descentralizado, que están transformando gradualmente el modelo tradicional centrado en los combustibles fósiles.
Estos cambios representan una oportunidad para que el sector de la energía evolucione hacia un futuro más sostenible y eficiente, lo que requiere la adopción de tecnologías innovadoras, el apoyo de políticas y normativas adecuadas y la adquisición de nuevas competencias por parte de los profesionales y las empresas activas en este sector.
Aumentar la producción de electricidad un 40%: Como hacerlo
Según el estudio en profundidad “Energy:Net zero by 2035” publicado por McKinsey&Company, con un fuerte abandono de los combustibles fósiles en favor de un 100% de “energía limpia”, la producción total de electricidad en Estados Unidos aumentaría en torno a un 40% de aquí a 2035 para satisfacer la creciente demanda, mientras que los volúmenes de carbón y gas disminuirían.
En la tabla que puede ver a continuación se han comparado dos gráficos: a la izquierda, las tendencias respecto a la trayectoria actual; a la derecha, las tendencias y los resultados que podrían alcanzarse en 2035 aplicando el plan propuesto.
En el escenario propuesto, la eólica -también denominada la nueva solar-, como se menciona en el artículo, “representaría el 60% de la capacidad energética total en 2035, lo que exigiría a los sectores multiplicar por siete aproximadamente el ritmo de despliegue anual para desplegar 1.500 gigavatios (GW) de capacidad renovable en los próximos 15 años. Esto podría requerir una mano de obra más cualificada, una mayor capacidad de la cadena de suministro y nuevas instalaciones portuarias marítimas (para la energía eólica marina)”.
Diferencias entre energía eólica marina y terrestre
En el artículo de McKinsey&Company, la energía eólica terrestre y la marina son las protagonistas de la propuesta sobre el giro brusco para hacer la energía más sostenible. Pero, ¿de qué se trata en realidad?
La energía eólica terrestre se refiere a la energía producida por turbinas eólicas situadas en tierra, a menudo en zonas abiertas, colinas o terrenos llanos. Estas turbinas aprovechan el viento para generar electricidad.
Por otro lado, la energía eólica marina es generada por turbinas eólicas situadas frente a la costa, dentro de los mares u océanos. Estas turbinas se colocan en plataformas fijas o flotantes ancladas al lecho marino y aprovechan los vientos (corrientes) oceánicos para producir energía.
La necesidad de aumentar las infraestructuras verdes
Según otro artículo de McKinsey&Company, “Energy Accelerating Green”, se calcula que el valor añadido de las zonas verdes en todo el mundo oscila entre 800.000 y 1,9 billones de dólares.
En la tabla siguiente puede leer más sobre los datos:
En la actualidad, el diseño, la producción de materiales, la construcción, el uso y la demolición de todos los edificios e infraestructuras residenciales y comerciales son responsables, directa o indirectamente, de alrededor del 40% de las emisiones mundiales de CO₂ procedentes de los combustibles y, además, del 25% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI).
Al mismo tiempo, vemos cómo las infraestructuras resistentes al clima contribuyen a la protección frente a fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, temperaturas extremas, inundaciones, huracanes e incendios forestales. Por ello, el desarrollo de infraestructuras verdes (así como de zonas verdes adicionales) parece representar una oportunidad increíble para preservar -durante tanto tiempo y tan intactas como sea posible- las construcciones de edificios.
Para ello, como destacan ampliamente los artículos de McKinsey&Company, será necesario emplear a profesionales realmente cualificados en estas áreas específicas.
Competencias, habilidades y figuras profesionales más demandadas por los cambios en el sector energético
Los cambios en el sector de la energía están provocando una creciente demanda de nuevas competencias y figuras profesionales capaces de afrontar los retos y aprovechar las oportunidades emergentes.
Como muestran nuestros datos, cada vez se necesitan más expertos en el campo de las energías renovables (solar, eólica, hidráulica y geotérmica), con competencias específicas en diseño, instalación y mantenimiento de plantas. También se requieren competencias en el uso de tecnologías emergentes (como la inteligencia artificial) y el análisis de datos para optimizar la gestión de las redes energéticas y mejorar su eficiencia.
Por último, también son importantes las competencias en gestión y optimización de recursos energéticos capaces de controlar el consumo y aplicar prácticas sostenibles.
En definitiva, expertos en eficiencia energética capaces de analizar datos, ingenieros en energías renovables y profesionales que trabajen en el desarrollo e implementación de políticas gubernamentales y estrategias corporativas para promover la sostenibilidad energética.
Las principales competencias que deben poseer estos profesionales son las siguientes
- Comprender los problemas medioambientales y las políticas energéticas sostenibles
- Desarrollar y aplicar estrategias para reducir las emisiones y promover el uso de energías limpias.
- Comprender las normativas y certificaciones medioambientales/energéticas para garantizar el cumplimiento legal y promover la gestión sostenible de los recursos
Como hemos aprendido en este artículo, la transformación del sector energético requiere profesionales altamente cualificados capaces de afrontar los nuevos retos con determinación y resiliencia. Precisamente por eso, en Kilpatrick queremos trabajar a su lado para contratar, seleccionar e integrar en su equipo a todos esos profesionales cualificados del sector energético que su empresa necesita para crecer y prosperar.
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